75.º aniversario del ingreso de los primeros funcionarios al Aeropuerto Nacional de Carrasco

El 1 de diciembre, se desarrolló, en las instalaciones de la Brigada Aérea I (Carrasco), una ceremonia en conmemoración de los 75 años del ingreso de los primeros funcionarios al Aeropuerto Nacional de Carrasco.
En tal sentido, se descubrió una placa recordatoria de aquellos cuarenta primeros funcionarios del aeropuerto que en sus casi ocho décadas de historia ha sorteado diversas dificultades y vio pasar diversas compañías aéreas y aeronaves.
Esta actividad contó con la presencia del Comandante en Jefe de la FAU, General del Aire, Luis H. De León y el CEO de Puerta del Sur, Diego Arrosa.
Palabras del May. (Av.) (R) Eduardo Mazzucchelli
El pasado 10 de octubre se cumplieron 75 años del ingreso de los primeros funcionarios al Aeropuerto Nacional de Carrasco. Estaríamos -en términos matrimoniales- celebrando las “bodas de diamante”. ¡Toda una vida! Fueron cuarenta personas nada más, que en 1946 eran muy jóvenes, enfrentados a eventos nuevos, a desafíos que ocurrían a gran velocidad, que -literalmente- “volaban”…
Viajemos por unos instantes en el tiempo, para entrar en sintonía con los espíritus de Piacenza, de Miranda, de García Calvo, de Temperán, de Ocampo, de Garín y de tantos otros que trabajaron aquí, que “vivieron” la aviación, con el espíritu propio de quien, después del primer contacto con una máquina que vuela, ya no se separa más de esta actividad apasionante. Así fue para ellos, así lo es hoy para nosotros.
1946. Hacía dos años que se había firmado el Convenio de Chicago y apenas un año que había finalizado la Segunda Guerra Mundial, luego de la rendición incondicional del Japón ante los Aliados, ocurrida días después de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Se abría un nuevo tiempo, un nuevo orden mundial, un espacio donde la aviación civil internacional comenzaba a actuar sistemáticamente, uniendo regiones, ciudades y personas. En nuestro país, el llamado “proyecto integral aeroportuario”, que incluía a los aeropuertos de Carrasco y de Laguna del Sauce, se hacía realidad.
Los primeros funcionarios fueron seleccionados a través de concursos, que se realizaron en la Universidad de la República. Don Víctor Garín, con 24 años de edad, fue designado, entre otras ocupaciones, el subdirector. Era demasiado joven para ser director; tal cometido fue desempeñado por el Ingeniero Agrónomo César Piacenza, quien originariamente era radiotelegrafista y posteriormente sería -durante muchos años- Director General de Aeronáutica Civil. Recién en 1953, Don Víctor Garín pasaría a ocupar la dirección y allí estuvo hasta 1992.
En 1946 no existía la Avenida de las Américas. Al aeropuerto se llegaba por Camino Carrasco. La comunicación con la ciudad de Montevideo no era sencilla; el servicio de omnibuses interdepartamentales estaba muy lejos de ser lo que vemos hoy. La ruta 101, que nos une con la ciudad de Pando y hoy es una gran doble vía, recién fue asfaltada en los años 70.
Según apunta el historiador Tte. 1°(Av) Juan Maruri, en julio de 1946, la empresa Pan American trasladó sus operaciones de Melilla a Carrasco, con sus equipos de comunicaciones. Instalaron el radiofaro no direccional identificado como “Charlie Alfa Romeo” (CAR), que operaba en la frecuencia de 380 kilociclos. Llegó a superar los cincuenta años de funcionamiento, guiando a las aeronaves desde fuera de nuestras fronteras hasta la seguridad de Carrasco. Todavía resuena en mis oídos su código morse… una señal potente, familiar, representativa de este aeropuerto.
Los vuelos nacionales e internacionales de esa época se desarrollaban a bajas velocidades y altitudes. Un Douglas DC4 insumía 35 horas (con las escalas incluidas) para hacer el trayecto Carrasco-Nueva York. Igualmente, fueron avances enormes. Recordemos que, al finalizar la Primera Guerra Mundial, el cruce del océano Atlántico demandaba 20 días en barco.
En setiembre de 1946, el Precursor General Cesáreo Berisso, quien años antes había elegido el lugar para construir el aeropuerto, fue nombrado Director General de la Aeronáutica Militar. La Dirección de Aeronáutica Civil, nacida de un proyecto escrito por él en 1928, tenía poco más de 10 años de existencia (había sido creada por ley, en diciembre de 1935).
Las primeras operaciones de los vuelos de línea fueron atendidas aquí; el amplio espacio de lo que es hoy la plaza de armas de la Brigada, actuaba como planchada de estacionamiento. La calle de rodaje era de balasto; los alambrados eran los típicos de campo, propios de las chacras circundantes. No existían los vallados de seguridad standard OACI. Aquí se recibió a personalidades públicas, a gobernantes, a selecciones deportivas, con el control del tránsito aéreo realizado desde una torre de madera, ubicada cerca del cruce de pistas.
La guía en tierra de las aeronaves se realizaba con un automóvil, al cual se le colocaba un cartel en su parte trasera, con la clásica inscripción “FOLLOW ME”, escrita en tiza. El primer señalamiento lumínico se confeccionó con balizas de querosén, que se colocaban de a una, en los laterales de las pistas. Los sistemas eléctricos llegaron después…
Las pistas se construyeron según los diseños técnicos de la época. Eran varias, para ofrecer a las aeronaves todas las componentes posibles de viento de frente. En Carrasco se proyectaron cuatro, pero una nunca se construyó. La última en habilitarse fue, finalmente, la que más creció y hoy es la principal, donde operan las aeronaves de mayor porte.
El nuevo edificio terminal, una magnífica obra de arquitectura, se terminó en 1953. Contaba con todos los servicios, desde la usina en el subsuelo, hasta la torre de control en lo más alto, con su faro de luces verde y blanca y la “señal” rotatoria que permitía al personal de campo saber si había vuelos operando. No había radios portátiles…
Hubo espacios que se volvieron emblemáticos, como la terraza abierta del primer piso, donde se veía la planchada y los pasajeros, o el restaurante del segundo piso, lugar de unión entre el buen comer y la observación de los despegues y aterrizajes. En la década del 60 comenzaron a operar los jets. Se llegó a atender a 14 líneas aéreas en simultáneo. Hoy cuesta imaginar ese movimiento…
Carrasco, a lo largo de su historia y sobrellevando dificultades varias, ha tenido todo lo que debe tener un aeropuerto, con sus luces y sus sombras:
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desde las radioayudas básicas, hasta radares de aproximación de precisión y sistemas de aterrizaje por instrumentos;
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vio nacer, vivir y morir distintas compañías aéreas, desde algunas con pocos meses, hasta otras con casi 80 años de historia;
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operaron en él diversos tipos de aeronaves, algunas que fueron verdaderas maravillas de la aviación, como el supersónico Concorde;
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tuvo su propio avión, un De Havilland Chipmunk llamado “Urutaú”, que hoy se puede ver en el Museo Aeronáutico;
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recibió y despachó máquinas que participaron en la Guerra de las Malvinas (en 1982), así como vuelos charter y de línea, regionales e intercontinentales;
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se vivió el secuestro de una aeronave, exitosamente desactivado luego de una larga negociación entre el secuestrador y el director del aeropuerto, sin hacerse uso de la fuerza;
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hubo contados accidentes de aviación, de los cuales -posiblemente- el que tuvo consecuencias fatales más numerosas fue el de un DC-3 de PLUNA (el único de dicha empresa, en sus 76 años). Hubo otros, de aeronaves de la Fuerza Aérea Uruguaya y posiblemente, el más peculiar fue el protagonizado por un carguero CL44, que se despistó en el aterrizaje, sin pérdida de vidas, pero que imposibilitó las operaciones. Al no ser viable su retiro del cruce de pistas, se lo debió destruir con fuego.
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Hasta tuvo un jabalí, que se introdujo furtivamente en el campo, representando un verdadero peligro para las operaciones. Fue abatido de un disparo certero, realizado por un oficial de la Fuerza Aérea Uruguaya, que era tirador de precisión.
En la década de los 80 se realizaron importantes ampliaciones en el terminal: el hall central, el área de arribos, la galería comercial y posteriormente el área de partidas. Don Víctor Garín decía que a los aeropuertos se los debe construir, como se le compra la ropa a los niños: con espacio para que crezcan. En ese tiempo, el niño ya había crecido.
En 1987 fue puesto en funcionamiento el radar primario y secundario marca Thomson, otro pionero. Se volvió una figura conocida, por el rotar de su antena día y noche, al noreste del campo. En 2014 se agregó otro radar más, ubicado cerca de donde debería haber estado la cabecera de la pista que nunca se construyó. 34 años después, hace escasos tres meses, el Thomson fue sustituido por un radar Indra. Ahora es parte de nuestro patrimonio histórico.
En 1994, por ley, se votó unánimemente la denominación de “Gral. Cesáreo L. Berisso” para el Aeropuerto Internacional de Carrasco. La plataforma era el área de mayor congestión, y poco tiempo después también fue ampliada. La aviación seguía demandando más espacios; la pista 06-24 debía ensancharse y alargarse. Consultores internacionales japoneses e italianos asesoraron a la DINACIA sobre las posibilidades de crecimiento del aeropuerto. Había que ampliar y remodelar la zona aeronáutica, pero no iba a ser suficiente. Se necesitaban más edificios.
En 2002 se inauguró el nuevo Centro de Control y la actual torre. Se los ubicó al norte de la pista principal. En 2003, bajo la gestión integral de Puerta del Sur S.A. comenzó la construcción del actual edificio. La obra finalizó en 2009. Fue diseñado por el arquitecto Rafael Viñoly y es considerado uno de los más hermosos del mundo.
Los Amigos del Aeropuerto, la Fuerza Aérea Uruguaya y Puerta del Sur S.A. descubrimos hoy esta placa recordatoria, en el mismo lugar donde se inició la actividad esencial de toda terminal aérea, que es: permitir las llegadas y las partidas de personas y de bienes, por medio del avión, en forma ágil y segura. Esos primeros cuarenta funcionarios lo hicieron posible y sin dudas, dejaron su legado.
¿Qué dirían ellos hoy, si estuvieran aquí, con nosotros?
Probablemente, nos pedirían que atendiéramos a la seguridad de las operaciones, en todo momento y en todos los espacios, sin perder de vista el objetivo de mantener a Carrasco como el aeropuerto “amigable” que siempre fue.
El desafío que todos enfrentamos -autoridades, concesionario de los servicios e integrantes de la comunidad- es el de mantener vivas ambas premisas.
Muchas gracias.