Discurso del C.J.F.A. en la conmemoración del 105º. aniversario
Palabras del General del Aire Alberto M. Zanelli
A finales de 1912 llega a nuestro país la noticia de que, el Alférez de Navío de la Armada uruguaya, Atilio Héctor Frigerio, obtiene el brevete de Piloto Aviador del Reino de Italia. Él informará a nuestro gobierno de la realidad de la aviación europea y sus impresiones acerca de la necesidad de esta nueva herramienta del Poder Nacional que se desarrollaba a toda velocidad en el viejo continente. El “boom de la aviación” estaba presente en los más importantes medios de prensa de la época.
A principios de 1913 nuestro gobierno, presidido por José Batlle y Ordoñez, y con el General Bernassa y Jerez como ministro de Guerra y Marina, actual de Defensa, decide instalar una escuela de aviadores.
Así llegamos al 17 de marzo, cuando frente a un hangar construido en el campo militar de los Cerrillos, en presencia del Jefe del Campo, Capitán de Fragata José Carrasco Galeano, del director de la Escuela, Sr. Marcel Paillette, personalidades y vecinos del lugar, los diez oficiales designados como alumnos, se dio lectura a la Orden General número 1155 del Estado Mayor del Ejército, emanada del Ministerio, quedando inaugurada la Escuela Militar de Aviación y, consecuentemente comienza la peripecia de la Aeronáutica Militar.
Esta es la gran efeméride que rememora el día de la Fuerza Aérea cada año con profunda unción.
No es mi intención resumir 105 años de historia fecunda en breves minutos, pero es mi obligación rescatar para beneficio del presente el mensaje optimista y positivo que los primeros integrantes de la Aviación Militar, han transmitido todo este tiempo, ave de guerra y mensajera de paz. Aquellos precursores, fueron dignos uruguayos y con su obra engrandecieron nuestra Patria
¡Gloria a ellos!
Volar es una actividad que nos absorbe, nos libera como seres humanos y nos reta, nos da un sentido de significado, de alegría y de pasión.
Medimos nuestra vida en horas de vuelo, 11500 el año pasado, confirmando una tendencia ascendente en los últimos 16 años.
El ambiente operacional hoy es dinámico, complejo, incierto, impredecible, y sobre todas las cosas fluido. La realidad diaria desafía la teoría de Rousseau de que el hombre es bueno por naturaleza.
En este escenario, se desarrollan las misiones de la Fuerza Aérea, que podríamos resumir en la habilidad de proyectar Fuerza desde el Aire para influir en el comportamiento de las personas y en el curso de los eventos.
Buscando no generar conflictos, sino contrarrestarlos, así como a las amenazas existentes al bienestar general.
Es así que la Fuerza controla el aire, vigila, reconoce la superficie y produce información desde todos los elementos que se recogen. Aporta la movilidad y le permite al Comandante de superficie elegir el cuándo, dónde y cómo llevar adelante la maniobra que considere necesaria.
Aprovecha las situaciones constituyéndose en la punta de lanza de cualquier movimiento.
Y por último pero no menos importante, comanda y controla todos los elementos aeroespaciales que utilizan el espacio aéreo.
Es decir, la Fuerza Aérea, controla el aire y el espacio para explotarlos con el fin de obtener los objetivos estratégicos del Estado.
Esto se logra apoyado en cuatro pilares fundamentales que son:
El equipo adecuado, por velocidad, altura, conectividad, sigilo y capacidad de absorber daños, el material condiciona la dimensión soberana. Existirá Uruguay donde alcancen los medios que se dispongan. (Desde la última incorporación a la flota, Uruguay llega más alto y más lejos).
Hoy desfilarán ante ustedes, más del 50 % de las plataformas posibles.
Esto es posible por el continuado y persistente proceso que llevamos adelante el Comando de la Fuerza y las autoridades ministeriales. Nuestro desafío es encontrar alternativas que permitan acceder a la necesaria renovación logística de nuestros activos. Más que nadie somos conscientes del estado de situación, y lo imprescindible de su modernización y mejora, pero también sabemos las dificultades que ello implica. Pero con el aliciente del orgullo que sentimos por nuestro material y su rendimiento, continuaremos analizando cada oportunidad que se presente, pues más temprano que tarde, encontraremos el camino al proceso de recambio tan esperado.
El personal de calidad, entrenado para la misión, adiestrado para actuar bajo órdenes, educado para pensar, con juicio crítico y razonamiento reflexivo. Formado con los valores militares permanentes de honor, lealtad, valor, disciplina, espíritu de cuerpo, espíritu aeroespacial.
- El tripulante que pone en riesgo su vida para asegurar la de su pasajero.
- El Aerotécnico que a pesar de su retiro y de haber perdido sus dos piernas en un accidente, se pone al servicio de su Escuadrón para estar allí donde se lo necesita.
- El Piloto que se exige, para cumplir con su misión y logra un rescate en el límite de las horas luz, evitando un peligroso desenlace a la víctima que aguardaba la extracción.
El Mando de la Fuerza y el Mando Superior, se encuentran permanentemente abocados a la búsqueda de propuestas y recursos que generen las condiciones para elevar el nivel de vida de nuestra gente. Trabajamos y seguiremos trabajando siempre en esta materia, porque comprendemos la situación en que se encuentra un gran número de nuestro personal y consideramos de estricta justicia toda mejora que podamos lograr.
Una estructura flexible capaz de adaptarse a la realidad y que no fuerce la realidad a la estructura. Y por último:
Una doctrina de empleo actualizada, con el concepto de una sola campaña aérea, que permita la flexibilidad estratégica, operacional, y táctica.
Operando con la conciencia de un adecuado manejo del riesgo, que siempre acecha, resguardando el material y nuestras tripulaciones, precioso activo que no debe ser comprometido, esforzándonos vertical y transversalmente en lograr la mejor seguridad de vuelo posible.
Nuestra naturaleza es el servicio.
Desde las misiones con mayor perfil mediático, hasta aquellas menos visibles, la guardia de la infraestructura, la vigilia interminable de las pantallas de radar, la disimulada ansiedad de los tripulantes en apresto esperando la llamada que sabemos que habrá de llegar.
La Fuerza y sus integrantes contribuyen en muchas de las necesidades de nuestro pueblo, y de otros que por una causa u otra también lo necesitan.
Las poderosas imágenes de la Escarapela de las Naciones Unidas en nuestros uniformes y un paisaje africano, un Hércules aterrizando en la Antártida, el arribo a nuestras Bases de una persona que recibirá el trasplante de un órgano, un incendio y un helicóptero de la Fuerza Aérea con su helibalde de 1000 litros de agua, o de una incubadora con su recién nacido, o de una persona en extrema situación de debilidad, con su vida en riesgo y una familia angustiada que reciben el abrazo de la sociedad toda representada por los integrantes de una tripulación de la Fuerza Aérea, se constituyen en vívido testimonio de lo manifestado.
Todo esto ocurrió en los últimos días. Y es la realidad de nuestra tarea diaria, 24 horas al día todos los días del año.
La Fuerza Aérea vive para servir, es un colectivo militar que asume valores como el sacrificio, la disponibilidad, la constancia, la lealtad, el silencio, la entrega incondicional que incluye hasta la ofrenda de la propia vida si esto es necesario, para proteger una sociedad, que da por asumido que siempre estarán ahí para servirla.
Si su servicio es inadecuado, o no es reconocido, no sirve para vivir.
En ese aspecto quiero destacar el aporte que ha hecho la Aviación Militar, desde la década del 40, aportando recursos humanos y materiales a la administración de la Aviación Civil, y luego, ya responsabilidad del Ministerio de Defensa, asegurando básicamente la infraestructura y la seguridad operacional, para proyectar la organización que asegure la actividad, accionando en nombre del Estado, nos encuentra hoy con buenos indicadores, augurando un próspero futuro para las alas nacionales.
Hoy que la tecnología y su desarrollo a velocidad exponencial nos sorprende minuto a minuto, nuestras armas y nuestra apuesta, están en la educación.
Por ello para nuestros técnicos, hemos avanzado en el cumplimiento del convenio con la Universidad del Trabajo del Uruguay y el Instituto Técnico Superior, abarcando la totalidad del Bachillerato Técnico Aeronáutico para militares y alumnos civiles.
Al mismo tiempo nuestros acuerdos estratégicos con la Universidad Tecnológica del Uruguay han resultado muy beneficiosos para nuestras Instituciones.
Mi reconocimiento en este punto a la Universidad de la Defensa Nacional, Centro Regional Universitario de Córdoba, antes Instituto Universitario Aeronáutico de la República Argentina, por el apoyo constante en la formación de nuestra gente.
Por último pero no menos importantes, son los convenios que hemos logrado con nuestra Universidad de la República.
Convencidos que la educación es el activo más importante de la Fuerza y es la fuerza motriz de sus logros, aguardamos la validación de nuestros estudios terciarios, por las autoridades ministeriales con las que hemos trabajado en conjunto, y que hoy los analizan.
Ya nos encontramos en la fase final, y próximamente serán presentados al Ministerio de Educación y Cultura, siendo el resultado esperado, el reconocimiento como carrera universitaria tal como mandata la Ley vigente.
Destaco en especial, de que se trata de una propuesta de educación profesional, integral, diseñada para las nuevas generaciones de Oficiales, orientada a los requerimientos actuales y futuros de la aeronáutica militar nacional, en equilibrio entre la formación ciudadana, científica, técnica y militar aeroespacial.
Para Miguel de Cervantes Saavedra, la libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: “…por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.
Este mandato nos viene dado por nuestra herencia y linaje, el ejército artiguista, mandato que compartimos con el Ejército Nacional, y la Armada Nacional, instituciones bicentenarias, que nos honra acompañar y con las que constituimos las Fuerzas Armadas de la República.
En el accionar conjunto, como en 1913, seguimos encontrando las virtudes formidables de la sinergia: se acortan los caminos, nos hacemos más fuertes, y aprovechamos mejor los recursos.
Seguimos con atención la necesaria reforma de la Ley Orgánica que nos regula, colaborando a su requerimiento, con quienes han sido designados para trabajar en ello a nivel de nuestro Ministerio de Defensa, mientras nos mantenemos expectantes del tratamiento parlamentario que merezca el Proyecto de Ley sobre la reforma del Servicio de Retiros y Pensiones Militares, reafirmando lo ya expresado por mis camaradas Comandantes, la confianza en el Mando Superior de las Fuerzas Armadas y en nuestros gobernantes y legisladores, quienes desde sus lugares de trabajo definirán el futuro familiar de todos nosotros y los destinos de la Fuerza Aérea Uruguaya.
En otro orden, este Comandante ha recibido el reconocimiento al desempeño del Personal de la Fuerza por parte del Mando Superior de las Fuerzas Armadas.
Personalmente entiendo que existe un sentimiento de pertenencia a un todo superior a nosotros mismos, y ello se traduce en energía y vitalidad a la hora de enfrentar el desafío constante de cumplir la misión y superar las dificultades y los altos estándares alcanzados.
A todos los integrantes de la Aviación Militar, a todos los integrantes de la Fuerza Aérea, los precursores y los actuales, hombres y mujeres, civiles y militares, a sus familias, con motivo de estos 105 años de vida, reciban mi saludo orgulloso donde quieran que estén, prestando servicios o formando parte de la reserva, junto con el beneplácito permanente por los logros alcanzados.
Del Maestro Mario Maldonado, he seleccionado las palabras de cierre que serán coreadas por los integrantes de la Fuerza de desfile:
Y que soplen los vientos con Fuerza y Furor,
Sustentando mis alas, volando hacia el sol.
Elevando bien alto la noble ambición,…
¡A mi Patria servir con honor!
Que así sea.
El comandante en jefe de la Fuerza Aérea
Gral. del Aire Alberto M. Zanelli